
Si un ser viera la Tierra desde la Luna, no podría evitar intrigarse por cómo llegamos a un sistema de gobierno en el que una horda (horda, ni siquiera mafia, porque mafia implica más organización) se dedica a robar el fruto del trabajo del resto, imponer leyes que poco a poco se convierten en barrotes y vender abstracciones ambiguas como "patria", "soberianía", "bien común" y "escribir aquí cualquier palabra social".
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