domingo, 9 de octubre de 2011

Crítica. El Bien Común no existe



 "No necesitas alcanzar en los hechos el bien de los demás: todo lo que necesitas es saber que el motivo fue el bien de los demás, no el propio. Tu única definición de bien es una negación; el bien es el "no bien para mí". 
Ayn Rand 

Ocurrió que, hace pocos días durante una conversación, me felicitaron por haber realizado mi acción “social” de la semana en nombre del “bien común”. Esto despertó en mí la reflexión sobre un tema que ya había revisado varias veces y sobre el cual, sin embargo, nunca había escrito una sola línea.
No hace falta alzar demasiado la vista para encontrar a alguien vociferando a favor del “bien común”, ya sea en la vida política de un país, o en la vida mundana de las carreteras. Sin embargo, pocos se detienen a indagar el significado moral de estas palabras y la profunda contradicción que esconden.

La sociedad es un agregado de minorías, y las minorías son un agregado de individuos. En su humanidad, cada individuo guarda sus propias preferencias, su propia escala de prioridades de acuerdo con sus propios valores y sus propios anhelos. Conforme se va alejando la lupa con la cual se hace “zoom” en una sociedad, podemos ver como estos individuos se agrupan en pequeñas minorías, cada minoría posee tendencias distintas: vecindarios, clubes de ajedrez, grupo de abogados, grupos de fans de distintos temas, obreros jóvenes, obreros viejos, etc. por poner solo unos pocos ejemplos. Cabe recalcar que incluso dentro de éstas minorías ya se dan discrepancias cuando se trata de llegar a consensos: supongamos que el grupo de “obreros jóvenes” consta de once personas y uno de ellos propone salir a tomar cervezas la noche del sábado; siete están de acuerdo y aceptan la moción entusiasmados, sin embargo cuatro prefieren tomar cervezas el viernes pues han planificado un viaje con sus respectivas familias el día domingo. ¿Se puede decir que el “bien” de “todos” es planear la salida para el sábado? No, a pesar de que se beneficien más si salen el sábado (siete de los once), no se puede decir que tal decisión representa un bien para todos (pues cuatro tendrán que cancelar el viaje con sus familias). Ahora, levantando un poco más la lupa, vemos que se enfrentan en un partido clásico el F.C.Barcelona con el Real Madrid, el estadio está lleno, por supuesto, y sabemos que los hinchas del Barca representan el 80% de los asistentes (porque se juega en el Camp Nou), el 20% restante son hinchas del Real. ¿Se puede decir que el “bien” de “todos” es que consiga la victoria el Barca? No, con la misma certeza de un axioma matemático, no.
Nos quedan dos salidas, la primera es que el “Bien Común”, en términos literales, no existe. Dada la individualidad de las personas, es claro que hay distintas preferencias en juego y que no se trata de una sola entidad. Incluso una minoría no se puede considerar un ente indivisible, peor aún una provincia, un estado o un país. A lo largo de la historia, los intentos de tratar a la sociedad como un ente indivisible han producido resultados catastróficos.




La segunda salida es que el “Bien Común” signifique algo distinto al “Bien de Todos”, quizás signifique el "bien de las mayorías". Sin embargo, tratar de instituirlo como objetivo moral equivaldría, tomando el ejemplo descrito arriba, a pedir a los hinchas del Real que deseen la victoria del Barca, pues los hinchas del Barca son más (en el ejemplo). Las consecuencias de sembrar el "bien de la mayoría" entre los valores de una sociedad son enjuiciables. Las minorías, entre ellas el individuo, resultan libres para ser etiquetadas de inmorales si se oponen al bien de la mayoría. Antes de continuar, le daré espacio a la magnífica frase de Ayn Rand:

"La menor minoría en la tierra es el individuo, aquellos que niegan los derechos individuales, no pueden llamarse defensores de las minorías". Ayn Rand

¿Qué ocurriría si una sociedad acepta el bien de las mayorías como su parámetro de moralidad, y es consecuente con éste? La respuesta es simple: Las minorías buscarían asemejarse más a las mayorías para así poder ser objeto del "bien" moral. Una minoría demasiado original sería vista como "deudora moral" y tarde o temprano las minorías desaparecerían, reinaría la homogenización y la igualdad. Otra cita ineludible, algo más cercana a este tema, critica la moral de la igualdad:

"Temes al hombre que tiene un dólar menos que tú, porque ese dólar es suyo por derecho y te hace sentir como un estafador moral. Odias al hombre que tiene un dólar más que tú, porque ese dólar es tuyo por derecho y te hace sentir moralmente estafado. El hombre que está por debajo es la fuente de tu culpa; el hombre que está por arriba es la fuente de tu frustración". Ayn Rand (1)

Hasta este punto, cualquier lector podría señalar que mis descripciones son falaces. Una crítica muy razonable señalaría que el individuo no es capaz de escapar a su individualidad (si, la igualdad es imposible).
Otro crítico diría que no he logrado definir al "bien común" adecuadamente, pues el "bien común" vive en la boca de la gente, de los funcionarios políticos en especial, y no se lo entiende como el "bien de las mayorías": No es raro oír, sobre todo en la mágica Latinoamérica, a un político exclamar que el puente tal (varios millones de dólares) se hizo en nombre del "bien común". Pero, en la práctica, el puente solo beneficia a los habitantes de dos pueblos remotos mientras que todo el país lo pagó, en este caso las dos palabras no pueden significar el "bien de la mayoría". Otro caso: los ejecutivos caminan por las calles, felices, dando limosna a los mendigos e imaginándose al "Bien Común" que les otorga un certificado de bondad. Tal acción no es el bien de las mayorías, solamente el bien del mendigo. 

* * *


Ocurre que el "Bien común" no es el bien de las mayorías ni es el bien de todos, ésta expresión es una entelequia indefinible, abstracta e imposible de señalar. Las palabras con tales características son susceptibles a prostituirse muy fácilmente (por ejemplo, la palabra "social"). Y esto es exactamente lo que ha ocurrido con las palabras "Bien Común". 

En la práctica, al usarlas no se necesita hablar de las mayorías, el único requisito es que el bien sea adjudicado a un grupo de personas que no sea relacionable con el que actúa. Es decir, el "Bien Común" es en verdad, el "bien de alguien más". Si uno actúa para ayudar a un amigo, ésta no es una acción que habita dentro de las tierras del "Bien Común", ya que se puede entender sus intenciones egoístas (porque es de interés personal el bien de los amigos). Desde aquí ya se puede palpar el profundo problema moral que representa. El "Bien", que busca el bienestar del individuo y de las personas que éste quiere no puede ser etiquetado como "común", tales acciones son de interés personal. Lo verdaderamente valioso (según la moral del "bien común") es el bien ajeno al interés personal. Como el individuo no tiene derecho moral de actuar en su propio interés, la panacea se convierte en el "no bien para mí"(1).  





La paradoja ya es clara en este punto: El interés del individuo debe ser, según la moral del bien común, ajeno al egoísmo: debe distar del "interés individual". Debe responder a la necesidad de un ente tácito que raya en lo místico. Resulta obvio que es una moral imposible de aplicar en sus propios términos. Condenada a engañarse a sí misma para seguir subsistiendo. Lo que mejor encuadra a la salida para este intrincado problema es la palabra "sacrificio". Éste concepto, al ser divinizado, convierte automáticamente al ser humano en un deudor de sus desconocidos.

Es momento de otra cita de Rand:

"Bajo la moral del sacrificio, el primer valor que sacrificas es la moralidad; el siguiente es el autoestima. Cuando la medida es la necesidad, toda persona es a la vez víctima y parásito. Como víctima, debe trabajar para satisfacer las necesidades de otros, quedando luego como parásito, cuyas necesidades deben ser satisfechas por los demás. No puede relacionarse con su prójimo excepto representando uno de estos dos papeles desgraciados: el de mendigo o el de sanguijuela." (1)

El problema es visible en el día a día. No es difícil encontrar a gente avergonzada por haber actuado en pos de "su propio interés". Desde la educación escolar se habla a los niños de la importancia del "Bien Común" y se siembra en ellos el rol de deudores frente a la sociedad. Se difumina a los términos "solidaridad", "bondad", "humildad", "humanidad", "compasión", "generosidad", "civismo" y "altruismo" junto con "Bien Común" en un mismo óleo. Confundiendo lo virtuosos que pueden ser algunos de estos valores si se los tomara por separado. 

Resulta lógica entonces la fuerza que tienen las instituciones políticas de los "Estados de Bienestar" europeos y del "Socialismo del siglo XXI" en América Latina. Las instituciones, a la larga, son el fruto de los parámetros morales de una sociedad.







Por último, una cita final de Rand:
"A menudo se pregunta: ¿por qué fue destruido el capitalismo a pesar
de su historia incomparablemente benéfica? La respuesta reside en el hecho
de que el cordón umbilical que alimenta a cualquier sistema social es la
filosofía dominante de una cultura y el capitalismo nunca contó con un
fundamento filosófico. (...) Ningún sistema social (y ninguna institución o actividad de cualquier tipo) puede sobrevivir sin una base moral. Sobre la base de la moralidad
altruista, el capitalismo tenía que ser —y fue— condenado desde un comienzo" (2)


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