martes, 27 de septiembre de 2011

Crítica. No existen los Derechos Naturales.

Este artículo está dedicado específicamente a lectores cercanos al iusnaturalismo. Escribiré mi opinión desde un punto de vista libertario, cercano al anarcocapitalismo.

Supongamos una sociedad imaginaria sin Estado en la que la gente vive convencida de que debe entregar un miembro de su cuerpo al guía espiritual del pueblo el momento en que nace. Como parte de su religión, el guía espiritual le dará derecho al miembro entregado cuando le llegue el momento de tener hijos y procrear. Es así como los hombres y mujeres en dicha sociedad crecen sin derecho a aquella parte de su cuerpo y deben esperar a que se avecine la edad de tener hijos para poder reclamarlo de nuevo. Tal creencia es totalmente válida para ellos pues responde a su moral y su espiritualidad. No cumplirla representaría una debilidad y una falta de ética (1). Además, en la misma sociedad, se cree que el guía espiritual no tiene propiedad alguna sobre aquel miembro de su cuerpo, pues éste debe ser entregado a su Dios. El guía espiritual no debe utilizarlo durante toda su vida, a menos que decida dejar de ser guía espiritual y optar por consolidar una familia.

Ahora, quisiera que el lector imagine que un extranjero llega al pueblo. Al recién llegado le resultan extrañas las costumbres que rodean su nuevo hogar, pues él considera que puede usar libremente la parte del cuerpo que sus vecinos entregan al guía espiritual. Debo añadir que el extranjero ha leído a Murray Rothbard y a Hans Herman Hoppe, entre otros, por ende, conoce muy bien la naturaleza del Estado, los riesgos que involucra y la coerción que implica. Es de esperar, también, que el extranjero conozca la teoría de los Derechos Naturales. Intrigado, le hace una visita al guía espiritual del pueblo y le explica lo siguiente:

- Es un hecho que el ser humano es el primer ocupante de su propio cuerpo, no hay como negarlo y es visible en todas las culturas. Reconocerse como dueño de su propio cuerpo es una facultad derivada del tener conciencia de uno mismo, resulta, repito, innegable. Además, el momento que usted conversa conmigo y responde a mis palabras, tácitamente entiende que también es dueño de su cuerpo. Dicho esto, quisiera expresarle mi preocupación puesto que usted, como guía espiritual, le habla a la gente de este pueblo acerca de la ausencia de propiedad sobre una parte de sus respectivos cuerpos. No es justo, a mi parecer, que solamente lo puedan usar el momento en que les haya llegado la edad de procrear. Supongo que usted entiende que el individuo, como primer ocupante de su cuerpo, tiene total derecho a usarlo. - El guía espiritual, notando la profunda inteligencia del extranjero, respondió con simpleza y total seguridad.

- Seas bienvenido a nuestro pueblo. Es mi deber aclarar tus dudas y, al hacerlo, invitarte a que te unas a nosotros. Aquí, la gente elige no hacer uso de esa parte de su cuerpo hasta que les haya llegado la edad de procrear. Sabemos que cada individuo es el primer ocupante de su cuerpo y tiene conciencia de serlo, sin embargo decidimos no utilizar esta parte porque así lo dicen las Escrituras. Si tu deseas la bondad de las Escrituras, te recomiendo asistas a las reuniones diarias en nuestro templo.

El extranjero se propuso pensar al respecto antes de tomar una decisión, se despidió del guía espiritual, mientras éste se acomodaba la sotana, y salió a caminar.

Pensó:
En su ética argumentativa, Hans Herman Hoppe había escrito cómo los seres humanos, al dialogar, deben estar conscientes de que ellos ocupan y son dueños su cuerpo. Sin embargo, hace poco había intercambiado palabras con un hombre que renunciaba a uno de sus miembros. Murray Rothbard había descrito, en su Ética de la Libertad, la existencia de "Derechos Naturales" y un sistema ético derivado de tales derechos usando la lógica como herramienta. ¿Sería posible que los dos grandes pensadores estén equivocados al respecto? Observemos la realidad, pensó, pues siempre le había parecido conveniente comenzar por el método empírico, y dejar lo más difícil y definitivo para después. 
La cuestión era simple: el pueblo al que acababa de llegar parecía ignorar sus "derechos naturales", vivían bajo una moral alternativa a la suya, eso seguro, y eran felices. Se puede ser feliz renunciando a los derechos naturales, fue su primera conclusión. Además, la gente del pueblo entregaba una décima parte de sus ingresos al templo, esto era utilizado para ayudar a los más pobres y para mantener el mismo templo. ¿Acaso no significaba también una renuncia a los derechos de su trabajo? No, esa renuncia es voluntaria. Y. sin embargo, algo estaba mal... ¿Existe un ejemplo que pueda probar la existencia de los Derechos Naturales en la realidad objetiva? Miró hacia la historia, nada: le resultaba extremadamente difícil encontrar una sociedad que haya disfrutado de derechos derivados totalmente del hecho de que los individuos son los primeros ocupantes de su propio cuerpo. Empíricamente no había como probar la existencia de los Derechos Naturales, decidió pasarse al campo teórico, pues el empirismo puro conduce al relativismo, pensó, y esto último le daba dolor de cabeza. 
Cada uno es el primer ocupante de su cuerpo, la gran pregunta es: ¿Cómo este hecho da fruto a la teoría de los Derechos Naturales?, se acordó de Robinson Crusoe(2) y del siguiente uso de la lógica: dado que el individuo es el primer ocupante de su cuerpo, éste tiene propiedad sobre sus manos y su mente. El fruto de sus manos y su mente es, por deducción, suyo. Y, por ende, cada individuo tiene un Derecho Natural sobre su cuerpo y su trabajo, la acción no consensual de un tercero sobre su cuerpo o propiedad que signifique una coerción debe por lo tanto ser ilegítima. 
Permaneció unos segundos en silencio, casi satisfecho por su explicación, tan rotunda como memorizada. Lamentablemente, casi antes de abandonar el tema, se le ocurrió lo siguiente: En el ejemplo de Robinson Crusoe, había utilizado la lógica para deducir un derecho. Pero, el uso de la lógica para deducir derechos es totalmente opcional, en otras palabras, es un proceso mental humano: no existe la lógica en la realidad, sino en la cabeza del individuo, pensó. El Derecho Natural es una deducción humana sobre un hecho de la realidad: somos los primeros ocupantes de nuestros cuerpos. Pero, al "naturalizar" este hecho, estaría dotándole de un espacio en la realidad, sin embargo, las "deducciones" no son parte de la realidad. Por ende, el "Derecho Natural" no existe fuera de la mente
Confundido, decidió revisar lo pensado y abordar el tema desde un punto de vista ligeramente diferente, el fantasma de David Hume le vino a la cabeza: hay que tener especial cuidado con confundir cómo las cosas "Son" y cómo las cosas "Deben" ser. Un Derecho es inherentemente normativo, ya si ha surgido de manera espontánea de las relaciones sociales o si ha sido impuesto de una u otra manera. ¿Acaso el elevar a "derecho" a la realidad de que "el individuo es el primer ocupante de su propio cuerpo" no es cometer el error de confundir el "es" con el "debe ser"? 
 
Se mordió los labios y se sentó a pensar, pues su abrigado iusnaturalismo se estaba derrumbando.

Días después, el extranjero lo había comprendido claramente, el pueblo al que había arribado vivía sin Estado, excelente, sin embargo renunciaba a una parte de su cuerpo y de su ingreso porque así lo dictaban sus parámetros morales. De manera algo similar, un pueblo puede aceptar un impuesto de un Estado por cuestiones morales o por el resultado de los recovecos de la historia. El extranjero entendía que eso era una equivocación, sin embargo, sabía también que su solución libertaria, un sistema de derechos en el que se respete la propiedad individual, no era de ningún modo “natural”. Él creía en ella por puro y sano utilitarismo y porque un sistema diferente no podría satisfacer a alguien como Dagny Taggart, uno de sus personajes favoritos.





-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

 
1.- No es mi intención en este ensayo cuestionar la importancia de un firme sistema de valores para el ser humano.
2.- Para más información sobre el uso de Robinson Crusoe en el tema de derechos naturales, revisar este link: Rights, Robinson Crusoe, and Friday , está en inglés

domingo, 25 de septiembre de 2011

¿Qué le ha hecho el Gobierno a nuestras familias?

Imagen:

El destino de las familias y los niños en Suecia muestra la verdad de la observación de Ludwig von Mises de que "no hay compromiso" posible entre el capitalismo y el socialismo. Aquí muestro cómo el crecimiento del estado de bienestar se puede ver como la transferencia de la función de "dependencia" de las familias a los empleados estatales. El proceso comenzó en Suecia en el siglo 19, a través de la socialización del tiempo económico de los niños a través de asistencia a la escuela, la prohibición del trabajo infantil, y las leyes estatales de pensión por vejez. Estos cambios, a su vez, crearon incentivos para tener solo unos pocos, o ningún hijo. En la década de 1930, los socialdemócratas Gunnar y Alva Myrdal utilizaron la consiguiente "crisis de despoblación" para argumentar a favor de la plena socialización de la crianza de los hijos. Su "política familiar", implementada durante los próximos cuarenta años, casi destruyó a la familia autónoma en Suecia, sustituyéndola por una "sociedad cliente", donde los ciudadanos son clientes de los empleados públicos. Mientras que ahora Suecia está tratando de salir de la trampa del Estado de Bienestar, los viejos argumentos de la socialización de los niños han llegado a los Estados Unidos.

En su volumen corto, Burocracia, Ludwig von Mises señala que el socialismo moderno "sostiene al individuo en estricto control desde el vientre a la tumba", mientras que "los niños y adolescentes están firmemente integrados en el aparato de control global del Estado." En otro contexto, el contrasta "el capitalismo" con el "socialismo", y concluye: "No hay compromiso posible entre estos dos sistemas contrario a la falacia popular no hay un término medio, no es posible un tercer sistema como un modelo orden social permanente". Mis observaciones se centran en la validez de esta última declaración, viéndola a través de la suerte de la familia y los niños en el Estado moderno sueco, quintaesencia del Estado "termino medio".

Al observar a Suecia, nos encontramos con un caso clásico de la manipulación burocrática para destruir el principal rival del Estado como foco de lealtad: la familia. Viendo esta rivalidad entre el Estado y la familia, es importante entender que un nivel básico de "dependencia" es constante en todas las sociedades. En toda comunidad humana, hay bebés y niños, personas de edad muy avanzada, individuos que tienen discapacidades severas, y otras personas que están gravemente enfermos. Estas personas no pueden cuidar de sí mismos. Sin la ayuda de otros, morirían. Toda sociedad debe tener una forma de cuidar a estos dependientes. Bajo el dominio de la libertad, la institución natural de la familia (junto con el apoyo de las comunidades locales y organizaciones voluntarias), proveen la protección y el cuidado que estos "dependientes" necesitan. De hecho, es en la autonomía de la familia-y sólo en la familia-donde el principio socialista puro realmente funciona: a cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades.

El aumento del estado de bienestar se puede describir como la transferencia constante de la función de "dependencia" de la familia al estado; de personas unidas por lazos de sangre, matrimonio o adopción a personas ligadas a empleados públicos. El proceso se inició en Suecia a mediados del siglo 19, a través de proyectos burocráticos que comenzaron a desmantelar los vínculos entre padres e hijos. En el modelo clásico, la primera afirmación del control estatal de los niños se produjo en la década de 1840, con la aprobación de una ley de asistencia escolar obligatoria. Si bien fue justificada como una medida para mejorar el conocimiento y el bienestar de la gente, la dinámica más profunda era la socialización de tiempo de los niños, a través de la hipótesis de que los burócratas funcionarios del Estado, el reino de Suecia, sabían mejor que los padres cómo deben pasar los niños el tiempo, y que de los padres no se podía esperar confiar para proteger a sus niños de la explotación.

El siguiente paso llegó en 1912, con la legislación que prohibió el trabajo infantil en las fábricas, y hasta cierto punto en las granjas. Una vez más, el supuesto implícito era que los funcionarios del estado de bienestar son mejores jueces de la utilización del tiempo de los niños, y tienen más compasión hacia los niños que los padres tienen o pudieran tener.

El paso final llegó casi al mismo tiempo, cuando el gobierno sueco puso en marcha un programa de jubilación o pensiones de jubilación que rápidamente se convirtió en universal. El acto fundamental aquí es la socialización de otra función de la dependencia, esta vez, la dependencia de la "viejos" y los "débiles" en los adultos maduros. Por eternidades, el cuidado de los ancianos ha sido un asunto de familia. En adelante, sería la preocupación del estado. Tomando todas estas reformas en conjunto, el efecto neto fue el socializar el valor económico de los niños. La economía natural de la familia, y el valor que los niños habían traído a sus padres, ya sea como trabajadores en la empresa familiar o como "póliza de seguro" para la vejez fue despojado. Los padres se quedaron todavía con los costos de crianza de los hijos, pero la ganancia económica que eventualmente representaría había sido tomada por "la sociedad", es decir, el Estado burocrático.

El resultado previsible de este cambio, como un economista de la "Escuela de Gary Becker," le diría, sería una disminución de la demanda por niños, y eso es exactamente lo que ocurrió en Suecia. A partir de finales de 1800, la fertilidad sueca entró en caída libre y en 1935, Suecia tuvo la menor tasa de natalidad en el mundo, por debajo del nivel de crecimiento cero, donde una generación sólo se las puede arreglar para reemplazarse a sí misma.

La teoría estándar de la transición demográfica ha sido durante mucho tiempo que esta caída en la tasa de natalidad era la consecuencia necesaria e inevitable de la industrialización moderna: que los incentivos de una economía capitalista perturban las relaciones familiares tradicionales. Si bien es cierto que la estructura familiar tradicional se enfrenta a un nuevo tipo de estrés en la sociedad industrial, trabajos más recientes sugieren que el mayor desafío-de hecho-se deriva del crecimiento del Estado.

Observando la experiencia de muchas naciones, el demógrafo de la Universidad de Princeton Norman Ryder, rastreó la causa central común de disminución de la fecundidad a la introducción de la educación pública masiva. "La educación de las generaciones jóvenes es una influencia subversiva", dice. "Las organizaciones políticas, como las organizaciones económicas, demandan lealtad y tratan de neutralizar el particularismo de la familia. Hay una lucha entre la familia y el estado por la mente de los jóvenes", donde la escuela pública obligatoria sirve como "el principal instrumento para la enseñanza de la ciudadanía en una apelación directa a los niños sobre las cabezas de sus padres." Confirmando la validez universal del ejemplo sueco, Ryder añade que si bien la educación obligatoria eleva el costo a los padres de los niños, la prohibición de trabajo infantil reduce aún más su valor económico. Por otra parte, un sistema estatal de seguridad social reduce los vínculos naturales entre las generaciones de una familia en otro sentido, dejando en primer lugar al Estado como el nuevo lugar de lealtad.

Si bien el sistema de familia de una nación puede reorganizarse, por un tiempo, alrededor de la unidad de reproducción nuclear "marido y mujer", incluso esa base de independencia finalmente se disuelve. El resultado final de la intervención estatal, Ryder señala, es cada vez menor fertilidad, con las personas viviendo solos una relación de dependencia con el gobierno.

Las contradicciones inherentes a esta forma de organización social llenaron Suecia a principios de 1930. Con la tasa de natalidad habiendo caído por debajo del nivel de crecimiento cero, los conservadores suecos reaccionaron de forma frenética sobre la "amenaza de la despoblación," y la desaparición de niños suecos. Estas voces argumentaron que la raíz del problema era la dislocación espiritual, o el declive del cristianismo, o el aumento del materialismo, o el egoísmo personal. Nadie, ni una sola alma en la derecha política se centró en los problemas que se recogen en la legislación educativa y social de los últimos 90 años. Así mientras la "crisis demográfica" se extendía en Suecia, la oportunidad estaba madura para la demagogia y la explotación.
En esta situación transitaron dos jóvenes científicos sociales suecos, Gunnar Myrdal y su esposa, Alva Myrdal. Antes de pasar a su uso y abuso de la cuestión de la población, permítanme decir unas cuantas cosas sobre su origen y las influencias ejercidas sobre su trabajo.

El paternalismo burocrático ha tenido una larga historia en Suecia, con raíces en el aparato estatal construido por los Reyes Vasa en el siglo 16, fue avanzado a través de la trituración de la autonomía regional en la estela de la fracasada revuelta de Nils Dacke en la década de 1540. Sin embargo, los Myrdals representaban algo nuevo, y "muy del siglo 20." Ellos eran los científicos sociales, intelectuales de la academia, dedicados a un nuevo tipo de activismo estatal. Como Alva Myrdal se explicó: "La política ha sido ahora... sometida al control de de la lógica y los conocimientos técnicos y así se ha visto obligada a convertirse, en esencia, en ingeniería social constructiva."

En segundo lugar, a pesar de que los estadounidenses han sido acosados por los reiterados comentarios sobre la sabiduría del "modelo sueco", es importante observar cómo gran parte del estado de bienestar sueco se basaba en la experimentación en América. Ambos Myrdals pasaron el año académico 1929-1930, los últimos meses de "Era Progresista", en un viaje a Estados Unidos, las becas fueron proporcionadas por el Laura Spelman Rockefeller Foundation. Durante este tiempo, Alva Myrdal cayó bajo la influencia de la llamada "escuela de Chicago de la sociología." William Ogburn, en particular, la impresiono con su opinión de que el Estado y la escuela habían crecido inevitablemente a costa de la familia, y que la familia se enfrentaba a una progresiva "pérdida de funciones", ya que se retiró de la necesidad histórica a una preocupación exclusiva con la personalidad. Alva Myrdal pasó un tiempo considerable en el Instituto de Desarrollo Infantil de la Universidad de Columbia y visitó preescolares experimentales y guarderías que operaban con subvenciones de la Fundación Rockefeller, ejemplos de paternidad social que la impresionaron profundamente.

Por su parte, el trabajo de Gunnar Myrdal en Columbia y en la Universidad de Chicago le hizo consciente del potencial político enorme que encontraría en Suecia con el emergente debate sobre la "Crisis de Población".

En un importante artículo de 1932, "El dilema de política social," para la revista de vanguardia sueca, Spektrum, Gunnar Myrdal puso el dedo en la palanca de la política necesaria. Comenzó delineando el compromiso en Europa antes de 1914 de un "socialismo infundido de liberalismo" con un " liberalismo infundido de socialismo." Bajo este acuerdo, dijo, el liberalismo del siglo 19 había abandonado su pesimismo malthusiano y el dogmatismo de libre mercado y en su lugar había abrazado la necesidad de reformas para proteger a los trabajadores, mientras que los socialistas habían renunciado a los objetivos de la revolución y la redistribución masiva de la propiedad, expresando su satisfacción con medidas incrementales para ayudar a la clase obrera.

La Primera Guerra Mundial, sin embargo, había roto este compromiso. Myrdal declaró que el liberalismo clásico había muerto y sus partidarios diseminados. También argumentó que era necesario que el movimiento de trabajadores volviera a radicalizarse, y buscar un nuevo tipo de política social. Bajo el antiguo compromiso, Myrdal señaló, la política social ha sido orientada por los síntomas, dando ayuda a los pobres o a los enfermos. La nueva política social, declaró, debe ser de naturaleza preventiva. Los científicos sociales, utilizando técnicas modernas de investigación, tienen en su poder utilizar el Estado para prevenir que emerjan patologías sociales. Cuando se basan en premisas de valor orientadas al humano y la ciencia racional, dijo, esta política social de prevención conlleva a un "matrimonio natural" de la técnica correcta con la solución política radical. Myrdal señaló específicamente la crisis de población de Suecia, como una oportunidad para el análisis sociológico racional para producir ideas eficaces y radicales para el cambio aplicado vía el Estado.

Los Myrdals plasmaron este programa en su bestseller de 1934, “Crisis en la Cuestión de la Población”, un volumen brillantemente argumentado que transformó sustancialmente a Suecia. Mientras que los conservadores suecos siguieron preocupándose por la inmoralidad sexual, la Myrdals apuntaron directamente a las contradicciones creadas por un Estado de bienestar incompleto. Las acciones anteriores del gobierno, tales como la asistencia escolar obligatoria, la prohibición del trabajo infantil, y las pensiones públicas de vejez, admitieron ellos, habían arrancado el valor de los niños a los padres. Pero los costos de los niños se quedaron en casa. En consecuencia, los niños se habían convertido en la principal causa de la pobreza. Teniendo en cuenta los incentivos establecidos por el Estado, las mismas personas que contribuyeron de mayor manera a la supervivencia de la nación teniendo niños fueron arrastrados a la pobreza, a viviendas de mala calidad, mala nutrición, y limitadas oportunidades recreativas. Una elección voluntaria entre la pobreza con niños o un nivel de vida más alto sin ellos era lo que las parejas jóvenes ahora enfrentaban. Los adultos jóvenes se vieron obligados a sostener a los jubilados y a los necesitados a través del sistema de bienestar del Estado, y también a los niños a los que dieron vida. Bajo esta carga múltiple, ellos habían optado por reducir el número de niños como el único factor sobre el que tenían control. El resultado para Suecia fue la despoblación y el fantasma de la extinción nacional.

De acuerdo con el Myrdals, sólo había dos alternativas. La primera era el desmantelamiento de la educación estatal, las leyes de trabajo infantil, y las pensiones de vejez con el fin de restaurar la autonomía de la familia, era "ni siquiera digno de ser discutido." La otra alternativa, y la más práctica fue sólo completar el estado de bienestar, y eliminar los desincentivos existentes a los niños, socializando virtualmente todos los costes directos que intervienen en su nacimiento y crianza. El argumento real fue algo como esto: con el fin de resolver los problemas causados, en gran parte por las intervenciones estatales previas, el gobierno ahora necesita intervenir por completo.

Esto significó un compromiso con un nuevo tipo de asistencialismo: "Se trata de una política de prevención social, estrechamente guiada por el objetivo de elevar la calidad de materiales humanos, y al mismo tiempo llevar un efecto radical en las políticas de redistribución para hacer una parte importante de la carga de apoyo a los niños una preocupación de toda la sociedad." La burocracia estatal nunca había disfrutado antes de ese mandato. Por la naturaleza misma de la palabra, una política "preventiva" dio la apertura a todas las familias suecas para apoyo, escrutinio y control. Uno nunca sabe dónde puede ocurrir un problema: por lo tanto, las medidas universales de intervención burocrática se deben implementar para hacer que la prevención sea una realidad.

Haciendo hincapié en este imperativo, los Myrdals concluyeron: "la cuestión de la población queda transformada en el argumento más eficaz para una remodelación completa socialista y radical de la sociedad." La alternativa, dijeron simplemente, era la extinción nacional.

Su programa abarca subsidios estatales universales de ropa para niños, un plan de seguro médico universal, un derecho universal al cuidado de niños, campamentos de verano operados por el Estado para los niños, desayunos y almuerzos escolares, vivienda de familia financiada por el estado, bonos para cubrir los costes indirectos de tener hijos, préstamos matrimoniales, expansión de la maternidad del Estado y servicios de parteras, planificación económica centralizada, y así sucesivamente. Su objetivo era, en efecto, la socialización del consumo, proporcionando a todas las familias un determinado conjunto uniforme de servicios estatales determinados de manera racional, gestionados por los empleados públicos, y financiados a través de impuestos sobre los ricos y los que no tenían hijos.

Las críticas de que su programa amenazaba a la familia trajo una respuesta típicamente contundente: "la pequeña familia moderna es ... casi patológica", dijeron los Myrdals. "Los viejos ideales deben morir con las generaciones que los apoyaron."

Llamamientos a la autonomía y libertad de la familia evocaron respuestas igualmente mordaces. Los Myrdals denunciaron que el "falso deseo individualista" de los padres por la "libertad" para criar a sus hijos tenía un origen poco saludable: "... gran parte de los irritantes patéticos que defienden " la libertad individual y la responsabilidad " de su propia familia, se basan en una disposición sádica para extender esta "libertad" a un derecho sin límites y sin control para dominar a los demás."

Con el fin de educar niños aptos para un mundo socialmente cooperativo ", debemos liberar a los niños más de nosotros mismos", entregándoles a expertos estatales certificados en el cuidado y la formación. La guardería colectiva a cargo de expertos controladas por el Estado, en lugar de la pequeña familia patológica, estaba más en consonancia con los objetivos adecuados para la eliminación de las clases sociales y la creación de una sociedad basada en la democracia económica.

Entre 1935 y 1975, la agenda interna de los Myrdals guió a trompicones la evolución del Estado de bienestar sueco. Los períodos de activismo político y burocrático de 1935 a 1938, de 1944 hasta 1948, y de 1965 hasta 1973, fueron interrumpidos por la evidente y tenaz resistencia de la población sueca, o por restricciones presupuestarias que retrasaron su plena aplicación. Sin embargo, al final del proceso, la mayoría de los elementos de la agenda de la familia Myrdal estaban en su lugar.

¿Cuáles fueron los resultados concretos? Con la familia despojada, por mandato del Estado de todas las funciones productivas, de todas las funciones de seguro y el bienestar y de casi todas las funciones del consumo, causó poca sorpresa que cada vez menos suecos decidieran vivir en familia. La tasa de nupcialidad cayó a un mínimo histórico entre las naciones modernas, mientras que la proporción de adultos que vivían solos se disparó. En el centro de Estocolmo, por ejemplo, las dos terceras partes de la población vivían en hogares unipersonales a mediados de la década de 1980. Con los costos y beneficios de los niños totalmente socializados y con los beneficios económicos naturales de los matrimonios deliberadamente eliminados por ley, el sostenimiento de los niños fue separado también del matrimonio: en 1990, más de la mitad de los nacimientos suecos se encontraban fuera del matrimonio.

También los niños disfrutaron como "derechos" una parcela grande de beneficios aportados por el Estado: atención médica y dental gratuita, transporte público abundante y barato, comidas gratis, educación gratuita e incluso "defensores del niño" estatales a su disposición para intervenir cuando los padres excedieran sus límites. Los niños tampoco necesitaban de una "familia": el Estado ahora se desempeñaba como su padre real.

En efecto, el sociólogo de la Universidad de Rutgers David Poponoe sugiere que el término "Estado de bienestar" no hace justicia a esta forma de total dependencia personal en el gobierno. En su lugar, utiliza la etiqueta, "sociedad clientelista", para describir a una nación "en la que los ciudadanos son mayoritariamente clientes de un grupo grande de empleados públicos que se ocupan de ellos durante toda su vida."

En Suecia, las personas mayores son "libres" de la potencial dependencia sobre sus hijos mayores; bebés, niños pequeños y adolescentes son "libres" de la dependencia de sus padres para la protección y apoyo básico; los adultos son "libres" de las obligaciones significativas ya sea para sus padres biológicos, o para sus hijos, y los hombres y las mujeres son "libres" de cualquiera de las promesas mutuas, alguna vez incorporadas en el matrimonio. Esta "libertad" ha venido a cambio de una dependencia universal y común con el Estado, y la burocratización casi completa de lo que había sido la vida familiar. Von Mises tenía razón: demostró que aquí no existe "camino medio", más bien, Suecia representa una versión más completa y por lo tanto más opresiva del doméstico orden socialista, una que supera en su integridad incluso a la de la Unión Soviética. Pero el Estado moderno de bienestar sueco contiene sus propias contradicciones, problemas que están llegando a un primer plano.

Para empezar, la "contradicción demográfica" del Estado del bienestar no es tan fácil de desterrar. En un orden democrático de búsqueda de rentas, los que controlan el mayor número de votos disfrutan de una mayor ganancia. Incluso en Suecia, sigue siendo cierto que votan los mayores mientras los niños no lo hacen. Mientras que en Suecia la "política familiar" ha sido lo suficientemente eficaz como para destruir a la familia como una entidad independiente, no ha tenido éxito en poner fin al flujo neto de los programas estatales y los ingresos de los relativamente jóvenes a los relativamente viejos.

En segundo lugar, el estado clientelista no puede proporcionar toda la atención necesaria en una sociedad, simplemente porque sería demasiado costoso. Sin embargo, al mismo tiempo, las familias en el Estado de bienestar son sancionadas cuando prestan atención a los suyos por cuenta propia, porque con ello renuncian a los beneficios de la atención pública y son recompensados con la atención pública sólo cuando dejar de dar atención basada en la familia. El oficial del Estado de bienestar danés Bent Andersen explicó el problema de esta manera:

El estado del bienestar racionalmente fundado tiene una contradicción intrínseca: para poder cumplir con las funciones previstas, los ciudadanos deben abstenerse de explotar a su máximo los servicios y prestaciones, es decir, deben comportarse irracionalmente, motivados por controles sociales informales, que sin embargo, tienden a desaparecer a medida que crece el Estado de bienestar.

Esta contradicción ha sido la fuerza impulsora detrás de la reciente rebelión contra el estado clientelista moderno, una rebelión que comenzó (entre los países escandinavos) en Dinamarca y Noruega a través del éxito electoral de los partidos anti-estatistas Progreso, y que ahora se ha extendido a Suecia. Apenas el mes pasado, los socialdemócratas suecos sufrieron una derrota política importante, perdieron el poder en las elecciones nacionales a favor de una coalición de centro-derecha, unidos por un compromiso común para reducir el Estado de bienestar. Particularmente sorprendente fue la aparición de dos nuevos partidos, que ganaron bloques de escaños en el Riksdag sueco (o Parlamento) por primera vez.

La primera de ellas, la Democracia Cristiana, hizo del lamentable estado de la vida familiar sueca su tema central de plataforma. Hicieron un llamamiento para una reducción en la interferencia burocrática en las relaciones familiares, y el fin de los incentivos estatales que alientan los nacimientos fuera del matrimonio y desalientan el cuidado de los padres hacia los niños. El otro partido, llamado la Nueva Democracia, combina temas libertarios de fuertes reducciones fiscales, fuertes reducciones de beneficios, y el fin de la ayuda extranjera con medidas destinadas a frenar la inmigración. En conjunto, estos nuevos grupos mantienen el equilibrio del poder parlamentario. La eliminación de las prestaciones sociales rara vez ha tenido éxito en cualquier país moderno, pero por primera vez desde 1930 los suecos tienen la oportunidad de recuperar un cierto grado de autonomía familiar y libertad personal.

Por todos los signos, entonces, parecería que el modelo sueco, "el camino del medio", la tercera opción, ha sido desacreditado en el momento mismo que el comunismo, la “otra” vía, se ha derrumbado. Desafortunadamente, sin embargo, el modelo sueco vive y pronto puede prosperar en los Estados Unidos, donde la lógica y los argumentos utilizados por el Myrdals en la década de 1930 están a punto de tener éxito político.

En un volumen de 1991, titulado “When the Bough Breaks”, emitido por Basic Books (la editorial preeminentemente neo-conservadora), la economista Sylvia Ann Hewlett, escribe: "En el mundo [moderno], no sólo son los niños "inútiles" para sus padres, ellos implican grandes gastos de dinero. Las estimaciones del costo de criar a un hijo están en el rango de $ 171.000 a $ 265.000. A cambio de esos gastos, "se espera un niño provea amor, sonrisas y satisfacción emocional," pero no dinero o trabajo. "

Continúa: "Lo que nos lleva a un dilema crítico en América Esperamos que los padres gasten cantidades extraordinarias de dinero y energía en la crianza de sus hijos, cuando es la sociedad en general la que recoge las recompensas materiales Los costos son privados, los beneficios son cada vez más… públicos.... En la edad moderna, confiar en la vinculación irracional de los padres para financiar la empresa de criar niños es un negocio arriesgado, temerario y cruel. Es hora de que aprendamos a compartir los costos y las cargas de la crianza de nuestros hijos. Es tiempo para tomar parte de la responsabilidad colectiva para la próxima generación."

Hewlett va a diseñar una nueva agenda para América, incluyendo el permiso parental mandatorio, acceso gratuito garantizado a la atención de salud materno-infantil, la provisión estatal de cuidado infantil de calidad, más "inversión en educación," importantes subvenciones para vivienda de familias con niños, y así sucesivamente.

¿Le suena familiar? Debería, estos son los argumentos básicos y el orden del día propuestos para los suecos por Alva y Gunnar Myrdal, en 1934, aunque despojados de su más radicales retórica abiertamente socialista. Sin embargo, este es un libro que llevó al Presidente (retirado) de Procter and Gamble, Owen Butler, a afirmar que: "La conclusión es ineludible, a menos que invirtamos más sabiamente en nuestros niños hoy en día, el futuro económico y social de la nación está en peligro. " Estos son también los argumentos que están dominando la llamada “nueva política de los niños” en Washington.

Al mismo tiempo, "la política social de prevención" se ha convertido en el grito de guerra de otros proponentes americanos del cambio. Los argumentos suenan familiares: la ayuda de los funcionarios del Estado al principio de la vida es más económico y más eficaz que la ayuda más tarde, mientras más larga es la espera antes de descubrir los síntomas de estrés más costoso será; las intervenciones tempranas presentan el problema de toda inversión en crecimiento el cual es que los dividendos vendrán después ", etc, etc. Todo esto suena razonable de cierta manera, pero el producto final será una pesadilla burocrática del gobierno y la virtual destrucción de la familia en América.

En el informe de septiembre de la Junta Consultiva sobre el Maltrato y el Abandono Infantil en EE.UU se capta el sabor de este inminente nuevo orden americano. Este panel, nombrado exclusivamente por los gobiernos de Reagan y Bush, denomina al abuso infantil una "emergencia nacional", y añade: "Ningún otro problema puede ser igual en su poder para causar o exacerbar una serie de males sociales." La principal conclusión del informe es que los gobiernos federal y estatal han dedicado demasiado tiempo a la investigación de casos sospechosos de abuso, sino que el gobierno federal debe centrarse en la prevención del abuso y el abandono antes de que sucedan. La Junta recomienda que el Gobierno Federal desarrolle de inmediato un programa nacional de "visitas domiciliarias" a todos los nuevos padres y sus bebés por los trabajadores de salud del gobierno y los investigadores sociales, que identificarán a los abusadores potenciales y los ayudarán.

Además de este planteamiento de un "burócrata de bienestar en cada hogar", la Junta hace un llamamiento para una "política nacional de protección de la infancia", donde el gobierno federal garantice el derecho de todos los niños a vivir en un ambiente seguro con herramientas apropiadas para su aplicación.

Hewlett esta en lo correcto, por supuesto, acerca de las fallas en la seguridad social estadounidense existente: hemos socializado el valor económico de los niños pero hemos dejado los costes individuales a los padres. Los Estados Unidos en 1991, como Suecia en 1934, tienen una versión incompleta del modelo de Estado de bienestar puro. Ella acierta también al indicar que esto tiene un precio: el número de niños estadounidenses nacidos cada año dentro del matrimonio se ha estancado a lo largo de los años ochentas a un nivel del 30 por ciento por debajo de la tasa de crecimiento cero. Los estadounidenses simplemente no están invirtiendo su tiempo y su dinero en más de uno o dos niños, en gran parte porque no es digno de su tiempo. (La tasa de natalidad general, es cierto, ha subido un poco, pero esto se debe enteramente a la fuerte alza en el número de los nacimientos fuera del matrimonio de 665.000 en 1980 a más de 1.000.000 en 1990, estos nacimientos al parecer son subvencionados por el sistema de bienestar también.)

Pero hay una alternativa a la "solución sueca". Es una de la que la Dra. Hewlett se niega a hablar, y es la que los Myrdals calificaron de "más allá del debate razonable" hace sesenta años. Esta opción se llama "sociedad libre", en donde en lugar de completar el sistema de bienestar estatal clientelista mediante la extensión de los tentáculos burocráticos completamente alrededor de los niños, en lugar desmantela lo que ya lo han hecho. El programa es simple, radical y pragmáticamente anti-burocrático:

- Acabar con la educación obligatoria y controlada por el Estado, dejando la formación y educación de los hijos a sus propios padres o tutores legales.

- Abolir las leyes de trabajo infantil, una vez más razonando que los padres o tutores son los mejores jueces de los intereses y el bienestar de los niños, mucho mejor que cualquier combinación de los burócratas del Estado.

- Desmantelar el sistema de Seguridad Social, dejando la protección o la seguridad en la vejez que se proporcionen nuevamente por los individuos y sus familias.

Estos actos restauraran los beneficios económicos de los niños hacia los padres, y así podrán poner fin a la contradicción anti-niños que está en el centro del incompleto Estado de bienestar.

La mayoría de los comentaristas responden que estas acciones serían imposibles, inconcebibles en una sociedad industrial moderna. Teniendo en cuenta las realidades y complejidades del mundo moderno, dirán que el resultado será el caos si nos ocupamos en estas actividades reaccionarias.

Mi respuesta sería apuntar a grupos dispersos en los Estados Unidos, que por algún capricho histórico sorprendente o algún milagro político, todavía habitan una de las pocas "zonas de libertad" que sobreviven bajo ese régimen "imposible".

Un ejemplo inesperado pero interesante es el de los Amish, que vencieron las amenazas del gobierno a sus prácticas especiales de educación limitada (es decir, la escuela sólo por profesores Amish y sólo hasta el octavo grado), que hacen un uso intensivo de mano de obra infantil y que evitan por principio la Seguridad Social (así como la asistencia social del gobierno a las granjas). No sólo los Amish han logrado sobrevivir en un entorno de mercado industrial, sino que han prosperado. Sus familias son tres veces más grandes que el promedio americano. Cuando enfrentan una competencia leal, sus fincas producen beneficios en "momentos buenos y malos."

Su tasa de ahorro es extraordinariamente alta. Sus prácticas agrícolas, desde cualquier punto de vista ambiental, son ejemplares, marcada por una gestión comprometida de la tierra y la evitación de los productos químicos y fertilizantes artificiales. En un momento en que el número de agricultores estadounidenses ha caído fuertemente, las colonias agrícolas amish se han extendido ampliamente, desde una base en el sureste de Pennsylvania a Ohio, Indiana, Iowa, Michigan, Wisconsin y Minnesota.

Es cierto que relativamente pocos estadounidenses contemporáneos optan por vivir como los Amish, dada una verdadera libertad de elección. Por otra parte, nadie puede estar seguro de lo que Estados Unidos sería si los ciudadanos fueran liberados de la norma burocrática sobre las familias que comenzó a imponerse aquí hace más de cien años, comenzando con el auge de la escuela pública obligatoria.

Sin embargo no tengo absolutamente ninguna duda que bajo un régimen de verdadera libertad las familias serían más fuertes, los niños más abundantes y los hombres y mujeres más felices y contentos. Para mí, eso es suficiente.

------

Allan Carlson, autor de "El experimento de Suecia en la política familiar y de Familia: Reflexiones sobre la crisis social americana”, es presidente del Howard Center en Rockford, Illinois. Escribió este artículo para la conferencia Williamsburg del Instituto Mises sobre "La economía política de la burocracia." Allan@profam.org

[Publicado el 06 de enero 2004, a partir de un documento que fue escrito e impreso en 1991]

Traducido por Nelson Paz y Miño

sábado, 3 de septiembre de 2011

Ayn Rand

"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."