Este texto es la continuación del artículo, "Democracia, un circo necesario", en el cual describí el
circo a breves rasgos. En resumen, señalé que la democracia constituye un pésimo
incentivo económico; que politiza a la población; que expande los tentáculos
del Estado y que va construyendo poco a poco una cárcel invisible en
medio de un teatro que se asemeja a un "reality show". Insisto que
éstas consideraciones son aplicables a cualquier democracia, es indiferente si
es europea o americana, entre otras.
Ahora, en
comparación con la monarquía, la democracia ha demostrado tener varias desventajas. En
breves términos, la monarquía es un mejor incentivo para un manejo responsable
del país puesto que, a diferencia de la democracia, el "jefe" del
país se ha de quedar con él durante toda su vida, y es más, lo ha de heredar a
sus hijos y luego a sus nietos (el "jefe" en un sistema democrático
tiene 4-8 años, es probable que le importe menos el largo plazo). Entonces, un
monarca pensará dos veces antes de endeudarse, puesto que él mismo ha de tener
que pagar las deudas. Además, a un monarca probablemente le interesará más que
la economía de su país florezca en el largo plazo y, no jugará con ella a que
se vea "bonita" y flagrante para el tiempo de las elecciones. No es
coincidencia que los niveles de deuda sean mucho mayores bajo la democracia que
bajo la monarquía, y, ni hablar de la inflación1. De la misma
manera, la cantidad de leyes bajo la monarquía es, por mucho, menor que la
cantidad de leyes en la democracia. El Estado es más pequeño en la monarquía en
comparación con la democracia (el nivel de impuestos y la cantidad de áreas de
la sociedad donde el Estado mete su colmillo), y el grado de politización y
colectivización de la sociedad es más grave si la población en general está
sometida a las urnas.
Podría continuar señalando desventajas de
la democracia frente a la monarquía hasta llegar a la guerra: creo que un
monarca tiene un mayor incentivo a expandir sus territorios que un presidente
de turno (puesto que las tierras conquistadas serán suyas). Sin embargo, la
democracia ha convertido la guerra en un producto que debe ser “vendido” a la
población, desfigurándola totalmente. Entonces, diría que la democracia es
menos belicista que la monarquía, pero peligrosamente la convierte en un fetiche.
Algo ciegamente, se podría decir que, por ejemplo, si Brasil hubiera mantenido un sistema monárquico es probable que estuviera mejor económicamente, sus “jefes” hubieran cuidado de Brasil como un terrateniente cuida de sus haciendas. Los impuestos en Brasil fueran los suficientes para mantener a la familia real y a sus palacios, el Estado fuera mínimo en comparación, las leyes fueran concisas y claras y no tuvieran porqué multiplicarse con el pasar de las décadas, el comerciante y el productor estuvieran más alejados del Estado y éste jamás tomaría el rol de circo que tiene bajo la democracia.
Sin embargo, existe algo extremadamente
valioso en la democracia que no existía en la monarquía: el Estado puede ser sometido
a duda, alejado de Dios, o de las nubes, o de la sangre azul o de los palacios
de oro. El Estado es, gracias a la democracia, tan falible como el pueblo, tan
humano como el ciudadano común y tan soslayable como un mal circo. Esto se les
olvida a los libertarios que opinan que la democracia es un error histórico.
Quizás el mismo humanismo que trajo
consigo el avance del capitalismo, del comercio, del racionalismo, la ciencia y
la tecnología; se llevó consigo la esclavitud y la monarquía. No es entonces,
ningún retroceso, puesto que si no hubiera llegado la democracia, el pueblo
jamás hubiera tenido la oportunidad de cambiar su visión frente al Estado. Es
gracias a la democracia que la intocable institución dorada de la corona cabe
en el pequeño agujero de una urna, un peldaño más cerca al libertarianismo. En
fin, en un sistema monárquico, jamás podría existir un pensador plenamente anarcocapitalista.
Esto es suficiente para abogar en favor de la democracia como un avance y no un
retroceso, aunque a la humanidad le resten ochocientos años de peldaño
democrático.
1 - Pueden
revisar éste artículo de Hoppe en donde resume algo de ésta información. Sin
embargo las pruebas para esto son abundantes (el manejo central dinero fiat,
por ejemplo, baluarte de la inflación es completamente un fenómeno
democrático), de todas maneras les remito al libro “Democracy, the God that
Failed” de Hans Hermann Hoppe.